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El debut de Olivia Rodrigo con SOUR: la montaña rusa de las emociones de la adolescencia

Abanderada por el éxito masivo de sus tres primeros singles, Olivia nos da una clase magistral sobre la ansiedad y fragilidad que hay detrás del desamor y de la búsqueda de la propia identidad



Puntuación de Venus:




Una sola canción ha necesitado la compositora y actriz Olivia Rodrigo (California, 2003) para acaparar los titulares de los medios de comunicación de todo el mundo. Ni en sus mejores sueños se llegó a imaginar que “drivers license”, su estreno oficial en la industria de la música, le traería tanta atención y éxito instantáneo. Algunas personas lo achacan al poder de la viralidad de las redes sociales. Otros a la constante adicción por una buena historia de amor adolescente. Yo me decanto más por la valiente honestidad a la hora de mostrar la vulnerabilidad propia de una generación que no tiene miedo de explicar lo que siente. Es solo de esta manera como llegas a conectar inmediatamente con el público, cuando tu carta de presentación es una herida abierta a experiencias propias con las que todos nos podemos sentir de algún modo identificados.


Durante 11 canciones, Olivia nos presenta un auténtico viaje al pasado, a los dulces 17 que nos cantaba ABBA, pero con un toque más real, alejado de la alegría perenne que nos prometían las películas y series Disney (curiosamente, Olivia es protagonista de una de estas producciones juveniles, como es High School Musical: The Musical: The Series, disponible en la plataforma Disney +). Dato anecdótico aparte, SOUR (“amargo”), el álbum debut de la artista, es el ejemplo perfecto de las emociones que surgen en la primera ruptura amarga en el instituto. Esa sensación de ahogo, incomprensión y lágrimas, muchas lágrimas derramadas por, en muchas ocasiones, personas que no merecen la pena. Es a través de esta línea temática con la que Olivia, gracias a la inestimable ayuda de la producción de Dan Nigro, logra su catarsis personal.


SOUR juega con esa predecible falsa apariencia de ser un proyecto caótico en cuanto a sonidos y géneros musicales para representar su verdadera esencia: mostrar las subidas y bajadas de una relación, el caos de sentimientos que manifiestan todos los jóvenes, el intento de encajar en una sociedad que les ha romantizado la adolescencia con expectativas imposibles. La simbiosis perfecta ocurre cuando el pop, punk-rock o las baladas íntimas confluyen en letras explícitas y a la vez metafóricas cuidadas al milímetro sobre las vivencias de una joven que busca su preciada identidad en un remolino de dudas y tristeza.




TRACK BY TRACK:

Y qué mejor canción para explotar esa sensación de decepción y enfado ante su futuro más inmediato y los maravillosos años que tan pretenciosamente nos han inculcado desde pequeños que “brutal”. Comenzar con una suave melodía de instrumentos de cuerda que bien puede representar la banda sonora de cualquier película romántica (¿guiño, guiño?) para introducirle bruscamente unas baterías y guitarras al son de “I want to be, like, messy” (“Quiero ser, como, complicada”) es solo el preludio de la manera tan meticulosa, pero a la vez tan ingeniosa con la que está trabajado este álbum debut. Y es así, desordenada, liosa y descuidada, como es la verdadera vida de una diecisieteañera, abrumada totalmente por la vida tan incierta que le espera. No hay manera más clara para expresar esas falsas esperanzas que una de las frases más memorables del disco: “And I’m so sick of seventeen, where’s my fucking teenage dream?” (“Estoy muy cansada de los 17, ¿dónde narices está mi sueño adolescente?”).


Esa especie de enfado inicial nos introduce a la trama que ensambla todo SOUR: el memorable primer amor que, como todos sabemos, acaba destrozando y volviendo vulnerable a los involucrados. Como su propio nombre apunta, en “traitor” Olivia se siente traicionada incluso antes de acabar la relación. Sin embargo, ella se intuía lo que iba a suceder entre ellos y no dijo nada para no perderle. Las pinceladas del órgano le aportan un color especial a esta balada de guitarra acústica que va sumando más fuerza a medida que se cimenta, tal y como ocurre en el mayor éxito de lo que llevamos de año, la desgarradora “drivers license”. La soledad más profunda mientras conduce por una calle desierta y la rabia porque “I still fucking love you, babe” (“todavía te quiero, joder”) ha calado tanto en el público que ya lleva más de 785 millones de reproducciones en plataformas digitales y ya está considerada como una de las canciones con mejor puente del siglo XXI según Billboard.




Con sus 18 años recién cumplidos, Olivia Rodrigo ya ha hecho historia en la industria de la música, además de haber cumplido uno de sus sueños: conocer a Taylor Swift, su gran inspiración y referente. Tanto es así que ha incluido una interpolación (regrabación de la melodía de una canción ya grabada para utilizarla en un nuevo tema) de “New Year’s Day”, una de las baladas más íntimas de Taylor, en su “1 step forward, 3 steps back”. Tan fiel y honesta es su admiración que no ha decidido samplear directamente la melodía (tomar la original tal cual e introducirla en su tema) para que la artista pueda aparecer en los créditos como compositora y poseedora de parte de los derechos de esta. La cadencia del piano nos traslada a esa confusión y falta de entendimiento de una relación en la que los cambios constantes de felicidad, tristeza y enfado consiguen replantearte si tú eres la culpable de que todo se desmorone.


En la mitad de este viaje, encontramos una especie de oasis a tanta pena acumulada, con el intenso reproche de “déjà vu”. Este fue su segundo single y consiguió desmarcarse de su predecesor con esos sonidos de synthpop y preciosas armonías que recrean perfectamente esas escenas mentales de Olivia tomando un helado de fresa en Malibú, viendo reposiciones de Glee mientras le pregunta a su expareja si no se da cuenta de que está viviendo lo mismo que tuvo con ella. Estas comparaciones, que la hacen parecer sociópata, continúan presentes en el sarcasmo y la rabia de “good 4 u”. La artista vuelve a apostar por el punk-rock para enseñar ese punto rebelde tan típico de los 2000 en el que el bajo y la batería toman el protagonismo mientras ve desesperada cómo su anterior relación no se ha preocupado lo más mínimo por saber cómo se encontraba ella.




Estas muestras de despreocupación y desinterés se ven potenciadas al máximo en “enough for you”, una de las baladas más personales de Olivia. ¿Cómo se debe llegar a sentir una adolescente para que lo único que desee sea ser mejor para otra persona? Es esta plena sensación de inferioridad la que desencadena una pérdida absoluta de la identidad y que tantas veces nos han querido imponer; las mujeres somos débiles y tenemos que dar nuestra mejor versión a los hombres porque si no, no valemos lo suficiente. Sin embargo, la artista llega al puente del tema con una emoción latente en la voz para revertir la situación (tal y como Taylor explora en “Mr. Perfectly Fine” o “White Horse”) y sostener un aliento de esperanza: “Cause someday I’ll be everything to somebody else/And they’ll think that I am exciting/And then you’ll be the one who’s crying” (“Porque algún día lo seré todo para otra persona/Y pensarán que soy increíble/Y entonces serás tú el que esté llorando").




La vulnerabilidad se mezcla con el terrible egoísmo en “happier”, porque, a pesar de todo lo que ha sufrido, todavía le quiere y no le puede dejar ir. Esta potente balada, que bien nos recuerda a “Dive” de Ed Sheeran o “This Love” de Camila Cabello, es uno de los temas más complejos musicalmente hablando a pesar de su aparente sencillez: presenta cambios continuos en la melodía al complementar el piano con el bajo tras los estribillos y las potentes armonías de la propia Olivia.


En “jealousy, jealousy” vuelve a evidenciar sus principales inseguridades desde la triste lacra que sufrimos todas las mujeres, sobre todo las adolescentes: la perenne presión social y los estándares de belleza irreales que afianzan las redes sociales. La artista se sincera al confesar su lucha constante con compararse continuamente con otras chicas y sentir celos de ellas. Intenta deconstruir esos valores que ha tenido que aprender para darse cuenta de que “Their win is not my lost” (“Su victoria no es mi pérdida”). “favourite crime” acentúa esa pérdida de poder y culpabilidad en una relación. Gracias a una brillante metáfora sobre un crimen, Olivia explica que a pesar de saber todo lo que estaban destrozando a su paso, ella siempre sonreía porque estaba a su lado.




Y después de la tormenta, llega la calma. “hope ur ok” es ese punto de aceptación, sanación y esperanza al que tanto se aspira a llegar tras un hecho doloroso. En este tema tan especial, que ni siquiera necesita un estribillo para conmoverte, hay una conversación implícita con amigos del pasado, esos que dejaste atrás pero que, de alguna manera u otra, sabes que están pasando por lo mismo que tú.


Olivia no se avergüenza de confesar que ha sufrido, sino que le induce a ayudar a esas personas que puedan sentirse identificadas con sus experiencias en esta “amarga” adolescencia. Es así como consigues compenetrar con tantos millones de personas entregadas a esos mismos sentimientos. Al fin y al cabo, y como dice en la última frase del disco: “te quiero y espero que estés bien”.







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