top of page

Soleá Morente lanza 'Aurora y Enrique'

La granadina homenaje a sus padres y su familia en su cuarto álbum

PUNTUACIÓN DE VENUS:




Si el año pasado la cantautora nos inyectaba energía con su último disco, 'Lo que te falta', ahora "abandona" la alegría de ese pop rumbero y presenta un nuevo trabajo, compuesto de once canciones con las que rinde homenaje a la historia de amor de sus padres, 'Aurora y Enrique'. Soleá Morente se atreve con una experiencia musical onírica, nostálgica y llena de recuerdos en las que cuenta letras personales y recuerdos vitales propios. Todos los temas son íntegros de su puño y letra y han estado producidas por Manuel Cabezalí.


El cuarto álbum de estudio de la granadina parte de los avances Aurora y Ayer, dos canciones que van unidas por un resistente hilo de amor entre Soléa y sus padres -en todas las direcciones posibles-. Tras la guitarra minimalista de Aurora, una voz flamenca evocadora finaliza su nana en unos sonidos inquietantes que retroceden a ese Ayer en el que su intérprete se recuerda junto a su padre y describe la belleza de los momentos compartidos con él.


Ambos temas vienen acompañados de un trabajo audiovisual dirigido por Jonás Trueba, que, más en formato de cortometraje que de videoclip, plasman la primera escucha de Aurora Carbonell descubriéndolos. "Ayer te fuiste y me dijiste, que cantara y no llorara, que echara las penas al aire, pero que no te olvidara" resuena entre escenas llenas de melancolía por el hombre de sus vidas, delicadeza y miradas cómplices.

En este tercer sencillo, Soleá Morente dialoga consigo mismo para comprenderse. Yo y la que fui evoluciona por una melodía rítmica repleta de percusiones y distorsiones que contrastan con el envolvente agudo de la artista. "Si te cuesta respirar, cuando de aquello te acuerdas, mejor lanza tus sueños al espacio como un cometa", es una de las herramientas que se autoproporciona para superar los miedos y las inseguridades del pasado.


El pañuelo de Estrella es el proceso de enamoramiento entre los padres de Soleá y Estrella Morente, quiénes cantan a dúo, sentidas y "pequeñitas", para no entorpecer la belleza de esas miradas, esos latidos acelerados, las sonrisas entre quejíos y palmas flamencas. "Cada vez que me mirabas, más guapa me ponía; cada vez que te acercabas, los ojos me crecían" imaginan en este relato onírico que sorprende desde el inicio con sonidos mucho más modernos.


Riffs de guitarras eléctricas que se prolongan en el tiempo y una base percutida se mantiene en un tempo constante para vestir esos versos que describen contradicciones y la naturalidad de distintas acciones cotidianas. La siguiente canción, Fe ciega, se resume en una misma estructura de estribillo "¿cómo sobrevivir si todo lo que veo me recuerda a ti?, ¿cómo sobrevivir si todo lo que tengo me recuerda a ti?" para hablar de ese amor que nunca desaparece del todo.


En aquellos Domingos en los que dos enamorados soñaban con escaparse permanecen la granadina y la banda gallega Triángulo de amor bizarro. Se trata, indudablemente, del corte más rompedor del disco, aunque con advertencia clásica de "cuidado con lo que deseas" y de no dejarse llevar por la desesperación. "Si cada intento de hacerlo mejor termina en la basura, si cada vez que hablo parece que nadie me escucha, si a cada solución encuentro otro problema" son los versos inconformistas y resignados que abren este tema punk.


Iba a decírtelo fue el primer adelanto del álbum y se trata de un arrepentimiento poético por no haberle dicho a la otra persona que le quería: "La última vez que te vi, estuve a punto de contártelo; no me atreví, para siempre se quedaron esas palabras en mis labios". Sin embargo, Morente confiesa que le hace creer en el amor por lo perdidamente enamorada que está, mientras sus agudos viajan en un dream pop con toques flamencos.


A nivel visual, presenta un trabajo de Juanma Carrillo, protagonizado por la artista junto a Nasser Reed, con quien, a veces, comparte escenas y, a veces, se piensan de lejos. Una inquietante iglesia y el sonido del viento preceden a la onírica melodía y abren el visual, que termina construyéndose frente a la inmensidad de la naturaleza y entre los tonos fríos del paisaje en contraste con la cálida luz del sol y el rojo pasión del vestido de Soleá.

Un coro inicial y armónico da lugar a una guitarra casi country que, al ritmo de las palmas, narra los primeros encuentros entre Aurora y Enrique. La canción describe lo que sintieron cuando él la vio bailar por primera vez en El Chinitas, un tablao flamenco de Madrid del que se sirve la granadina para cantar una explosión de sonidos y experimentar distintos registros. "Desde entonces yo tengo el alma pendiente de ti, es amor lo que siento, eso es amor", concluye en su letra admirada.


Marcelo Criminal es el segundo dueto del disco, en compañía del cantante homónimo, pues parte de la evocación de un concierto suyo, tras el que "empezó a llover, cómo llovía, no me lo podía creer; la lluvia en el pelo me chorreaba y tú con tu camisa, qué bien me secabas, qué guapo estabas". Este tema pop, con intervención de una pandereta que se suma a la base percutida, se acerca a una producción de música indie electrónica. Las voces de Soledad y Marcelo suenan aireadas, pese a la diferencia entre el agudo de ella y los graves de él, la calma persiste sobre una melodía de intensidad constante.


"No sé qué voy a hacer ahora con el beso que me diste el día que... y si ya no vienes por Madrid, y si entonces no me vuelves a escribir, no sé que voy a hacer ahora con los planes que tenía para ti y para mí". Tras este fragmento nostálgico e indeciso aparece Polvo y arena, una balada con aires flamencos en la que la cantautora echa de menos el amor que le daba su padre y deja las frases inacabadas como esas caricias ligeras que viajaban en el viento. Y para prolongar la despedida.


'Aurora y Enrique' queda descubrir el final -musical al menos, pues, como insiste su hija en el álbum, los recuerdos perduran- y, tras tanto amor entre dos, la autora le tararea un adiós a su padre. Enrique cierra el cuarto proyecto de Soleá Morente tras haber demostrado una reinvención musical y gran retrospección emocional. Sentada junto al piano, nace una composición profunda y sentida, que tampoco abandona el aura onírica, aunque un desgarrador quejío flamenco se lamente, prácticamente a capella de su pérdida: "yo me creía que había sido un sueño y tú no te habías marchado".


Comments


bottom of page