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Sofia Ellar se convierte en 'Mademoiselle Madame'

La cantautora ha seguido un experimento de varias semanas creando un alter ego para lanzar un EP

El camino que la artista había iniciado a mediados de año con Cancha y gasolina, su anterior single, y toda su carrera discográfica parecían romperse de forma repentina y disruptiva hace unas semanas: primero fueron un piercing en el labio y unas rosas tatuadas en la espalda, después una peluca negra y un pintalabios rojo, y, finalmente, un look muy diferente y, sobre todo, una actitud radicalmente distinta a la que tanto caracteriza a Sofia Ellar. Sin embargo, este EP en el que ha cobrado vida 'Mademoiselle Madame', más allá de un alter ego, ha resultado ser tan solo un impasse, un experimento social y musical, una estrategia de márquetin; que desembocará directamente en la Sofia de siempre, más liberada, en su tercer álbum de estudio, 'Libre'.


Esta ha sido un modo de probarse a sí misma, de escucharse en un tipo de música que le apetecía hacer para estas canciones y que a Sofia Lecubarri Ruigómez no le encajaban en su proyecto "ellárico". También, la cantautora ha explicado que con este cambio temporal pretendía visibilizar la salud mental, pues ha investigado una faceta completamente opuesta, que le ha servido para quitarse miedos, desprenderse de algunas inseguridades, aprender a quererse más y a decir que no.


A su vez, con estas canciones escritas íntegramente por ella y producidas por Eduardo Figueroa -y, en el caso del segundo corte, se ha sumado Álvaro Soler-, "ha querido demostrar lo fácil que es caer en el abismo en épocas de vulnerabilidad si no pedimos ayuda y nos apoyamos en las personas adecuadas". Porque, según cuenta Ellar, Mademoiselle Madame es un personaje vestido de elegancia, pero lleno de miedos y rodeado de malas influencias.


Mademoiselle Madame

Unas palabras en francés nos dan la bienvenida al EP con un mensaje trágico: Sofia Ellar está perdida y, si alguien la encuentra, que la llamen. Tras algunas notas de Segundas partes entre suicidas, surge una canción entrecortada con coros aireados y sonidos percutidos, que viaje entre hablada y "gritada" por los ecos de su propia voz. En ella, describe que hasta el aire la envenena y pide que no muera el arte en este proceso de deambular, entre risas locas y más expresiones en francés, que nos dan paso al siguiente tema.

"Que si no somos del viento, nunca seremos de nadie"

Fama

Es la canción que más se distancia de los sonidos habituales de la norteña pues, aunque este uptempo mantiene el ritmo entrecortado, en ciertos puntos recuerda a artistas como Billie Eilish o Rosalía. La voz de Sofia Ellar suena sobre una melodía electrónica repetitiva que cuenta con numerosos efectos distorsionados, en contraste con los silencios en los que solo existe la historia. En sus versos, relata el peso de la fama, y cómo cambian las cosas en una relación, mediante reproches dirigidos a su Johnny Bravo a quien parece no importarle ya.

"Si me provoca otro llanto, si no me cambia de acera, ya pondré solita los pies en la tierra"

El último Johnny Bravo

El tercer sencillo se inicia con una guitarra eléctrica que introduce el tango que, con percusiones y castañuelos, irá creciendo a base de coros hasta adoptar una melodía épica que llena de suspense la acción. El alter ego de la cantautora cuenta que ha decidido tomar las riendas y vengarse del daño que él le ha hecho. Se le ha caído la venda de los ojos y ha resurgido con ganas de ir a matar.

"Recoge tu fama antes de aterrizar, si no soy de ti ni tampoco de nadie"

Este proyecto "aparte" viene acompañado de un videoclip en forma de cortometraje cinematográfico, dirigido por Emilio Restrepo y coprotagonizado por Pablo García, que se convierte en JB por unos minutos. La trilogía de singles -Mademoiselle Madame, Fama y El último Johnny Bravo- cuentan con una misma historia visual dividida en tres actos que empieza con el pelo rubio de Sofia Ellar ardiendo.


En la primera parte, la artista recorre las calles de una ciudad, tras una noche de fiesta y con la mirada perdida, hasta que se encuentra con el coche de Johny Bravo y cae rendida a sus encantos. Ahí comienza su historia de amor. En la segunda, ambos son ya una pareja de moda, cuya relación se ha hecho pedazos por culpa de la fama, pero vuelven siempre al mismo bucle.


Las escenas de discoteca nos muestran a una Mademoiselle enloquecida entre el público, mientras intenta rehuir los evidentes celos al verle tontear con otras. En el desenlace del videoclip, destaca su risa cruel y llena de locura, como un intento de empoderarse y dominar la situación. Ella decide jugárselo todo contra Bravo, sobre una mesa de póquer y con balas en la recámara, dispuesta a matarle. Sin embargo, la verdadera Sofia adopta un nuevo papel que sí le pertenece e irrumpe en la sala para arrestar a su alter ego para siempre.


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