La cantautora viste de alegría un desamor de manual en su nuevo single
En los últimos meses, Yoly Saa ha compartido diferentes colaboraciones con su público como Desvelo, un tema original de Veintiuno, o A vida o muerte, una canción inédita junto a Funambulista. Tras una balada llena de debilidades y creencias como A golpes de fe, ahora presenta una historia de desamor -desgarradora- con la que acepta el pasado de una relación que ni siquiera superó el periodo de prueba. La gallega se sentó a componer con Ainoa Buitrago y Piero Visciotti, luego ella misma hizo los últimos retoques de la letra y, después de pasar por el tándem de Andrés Terrón, Apollo Vice y Pablo Estrella, oficialmente nació Ya no volverás.
"Una cosa es para lo que dicen que hay que hacer canciones y otra para lo que las haces; empecé a hacerlas para intentar entenderme mejor, no va a cambiar a estas alturas." Así presentaba Yoly su nuevo tema, otro anticipo más para el que próximamente será su álbum debut. En esta ocasión, la canción destaca por abundantes sonidos electrónicos que acompañan a la dulce y personal voz de la cantautora. Aunque sus versos narran un desamor en el que nada sale bien, la producción los vistió con una melodía pop llena de acordes alegres y unas segundas voces que explosionan en el épico final.
Y es que en la letra de Ya no volverás la artista se define a sí misma como desastre por aferrarse a los recuerdos que siguen presentes en su sinrazón desde que la otra persona se fue. Sin embargo, se resigna a aceptar que fueron un intento que se quedó a medias, porque no está dispuesta a soportar más idas y venidas ni a esperar a que ella vuelva. A su vez, Yoly Saa describe cómo ahoga el olvido y cuánto desea cerrar heridas para que el miedo desaparezca.
"Nunca lo supimos ver, tú de huir, yo de correr, tropezándonos justo en la meta"
"Que ya no volverás, que ya no hay vuelta atrás, que ahora ya tengo la vista cansada de mirar cómo te vas"
El videoclip que han rodado para la canción es una producción de N3Films dirigida por JLlamas en la que se han adentrado en una escenografía cien por cien rural, en plena naturaleza. Cabe valorar, especialmente, el trabajo minucioso y detallado de postproducción que ha resultado en un juego de imágenes superpuestas en marcos que van apareciendo al compás de la música. También, este visual implica una planificación previa de los movimientos coreografiados y mímicos de los diferentes participantes, quienes parecen formar una especie de secta, ataviados de un blanco impoluto. De hecho, Yoly se sitúa siempre en el centro, coronada con flores, mientras el resto conforman un círculo de invocación, intentan retenerla, interpretan su dolor y la siguen entre la maleza. En el camino de Ya no volverás recorren un campo de girasoles, una cosecha de maíz y hasta una cruz, con una puesta de sol de fondo en todo momento.
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