El primer single de la artista narra su liberación tras una relación tóxica
Tras muchos conciertos de versiones, covers subidas a redes sociales y compartir escenarios con referentes de la música nacional como India Martínez, Ángeles Arboleda decidió mudarse a Madrid en plena pandemia y ello le permitió empezar a trabajar en sus canciones junto a otros artistas emergentes y algunos ya consagrados. Ahora, la cantautora catalana lanza su single debut, Mujer de mentira.
La canción es una fusión completa entre la música electrónica -característica de su productor, Abraham Mateo- y las raíces familiares de la artista en el flamenco puro. Además, este tema cercano al pop cuenta con efectos distorsionadores que afectan a música y voz en momentos puntuales, sonidos electrónicos muy percutidos y, ya en un desenlace, cobran protagonismo las cuerdas flamencas y la voz de Ángeles mucho más desnuda y sin artificios.
El primer sencillo oficial de la artista, compuesto íntegramente por ella misma, es el anuncio de una liberación. En ella, Arboleda se niega a lo que ahora reconoce como un amor de mentira, lleno de exigencias tóxicas y expectativas irreales ante las que ya no está dispuesta a ceder.
"Lo que me duele no es perder tu corazón, lo que me duele es que yo tuve la razón; desde el primer momento en que nos conocimos, debimos separarnos, pero no lo hicimos"
"Ser una mujer a tu parecer, con alma de hierro, pero con diamantes; pide lo que quieras, pero a tus amantes"
El estreno de Mujer de mentira también ha contado con un videoclip, producido por Víctor Marín y dirigido por Manuel Duarte, en el que la artista comparte protagonismo con otros compañeros: Mauricio Morales, Palomy López-Tello, Violetta Arriaza, Carla Delgado, Andrea García, Ana Nieto y Shabella Rouse.
El vídeo empieza en una habitación de hotel en la que está sola, mientras recuerda la relación que vivió con él, a quien no conocemos hasta el final, cuando ella le abraza por la espalda, sin que él se inmute siquiera, confirmando la despedida. Ángeles se marcha del hotel y cuenta con sus amigas para escapar de esa toxicidad y priorizarse a sí misma. Juntas salen a comerse el mundo: una noche de fiesta, en plena carretera, un callejón abandonado y hasta en un set preparado para un photoshoot profesional. A partir de ahora, su vida se resume en una coreografía desenfadada en la que no faltan ni la alegría ni las risas.
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