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Marilia cierra el círculo con 'La Realidad'

La canaria publica el tercer acto de una obra intimista y cargada de personalidad

Podría decirse que Marilia Monzón cierra un círculo con esta nueva canción, La Realidad, porque con ella termina el tríptico homónimo en el que lleva meses trabajando y en el que ha reunido todo su aprendizaje, los nuevos sonidos y las melodías originarias de Latinoamérica. Después de La Marea y La Partida, el recopilatorio suma el acto definitivo a la obra "Tres puertas, tres historias, tres canciones", que consta de distintos temas, pero se sitúa siempre en una misma aura musical.


Como despojándose de cualquier "obstáculo" o factor externo, la artista llega a este último estadio con una composición íntegra de su puño y letra. De nuevo, eso sí, ha trabajado con el productor hispano-argentino Juan Ibáñez. Aunque es el sencillo que da título al EP, mantiene el sello inconfundible de todas las canciones de la natural de Gáldar. Y es que su voz es la dulzura personalizada. Además, junto a los ritmos latinos elegidos constituye una melodía cálida en la que puede jugar con las palabras entre la nostalgia, la sensualidad y la calma.


En esta ocasión, el segundo corte de La Realidad le sirve para recordar momentos vividos en una relación. Habla de las lágrimas que derramó, el vino que olvidaron juntos y las copas que sigue sosteniendo en compañía de la soledad y el calor de los volcanes. Esta tonada apasionada de ritmo abolerado pretende despedir una etapa y una puerta que solo estaba disponible para huir. Marilia cuenta en sus versos cómo volvió al mismo punto, uno que no tenía gran retorno porque la indecisión impedía actuar a la razón y solo llevaba al duelo. Y, sobre todo, busca recuperar ese cable a tierra, alejar las ilusiones casi fantasma.

"Me encontré justo donde dejé mis ganas de quererte un poco más, me olvidé lo pasos que di ayer por no querer ver la realidad"

El videoclip que ha estrenado la cantautora, dirigido por Aia Kruse, llama la atención por el silencio puro que anticipa al show. Marilia se prepara vestuario y maquillaje antes de salir del camerino, recoger el micrófono del suelo y arrancarse a cantar. En una especie de nave, las paredes de cemento y las enormes ventanas focalizan el ojo de la cámara -que va girando alrededor de la canaria- en sus emociones. A través de diferentes planos, observamos la sentida interpretación y a los dos músicos que la acompañan: Javier Vidal con el ronroco y Enrique Mendoza con el acordeón. Al mismo tiempo, su vestido rojo pasión destaca entre luces y sombras y baila al compás de ellos. Al final, vuelve a dejar el micro en su sitio y abandona el "escenario" improvisado, representando que vuelve a la realidad tras haber despedido cantando aquella historia.


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